Las 5 consecuencias más salvajes del Calentamiento Global

En 2014, Christopher Nolan estrenó Interstellar, una obra maestra de la ciencia ficción. La humanidad en busca de nuevos horizontes en el espacio por culpa de las condiciones inhabitables de la Tierra. Aunque la historia se desarrolla en un futuro distópico, las preocupaciones que nos transmite este film son más relevantes de lo que parecen.

Desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido las principales responsables del cambio climático, principalmente por la quema de combustibles fósiles. Sabemos que estos combustibles generan emisiones de gases de efecto invernadero que envuelven a la Tierra y atrapan el calor del sol, elevando las temperaturas del planeta.

Pero, ¿puede acabar la humanidad como en la película de Nolan?
¿A qué consecuencias nos enfrentamos si seguimos generando gases de efecto invernadero?

Estas son las 5 consecuencias más salvajes a las que se enfrenta nuestro planeta:

La consecuencia más visible del cambio climático. Estas condiciones atmosféricas extremas no solo causan daños materiales graves, sino que también ponen en riesgo millones de vidas. Las olas de calor se han vuelto más comunes y extremas a medida que las temperaturas globales han aumentado.

El calentamiento de los océanos ha provocado la intensificación de tormentas tropicales y huracanes. Las sequías prolongadas (unidas a las olas de calor) han aumentado la frecuencia e intensidad de los incendios forestales. Se han alterado los patrones de precipitaciones, causando inundaciones cada vez más devastadoras.

Otra de las consecuencias más preocupantes del cambio climático es el aumento en el nivel del mar. Causado principalmente por el derretimiento de los glaciares y la expansión térmica del agua. El aumento del nivel del mar ha incrementado la frecuencia y gravedad de las inundaciones costeras. Ha provocado la erosión de las playas y la pérdida de hábitats naturales.

Otra de sus consecuencias es la intrusión de agua salada en acuíferos de agua dulce y ríos, que contaminan el agua potable y perjudican a la agricultura.

La pérdida de biodiversidad no solo significa la desaparición de especies únicas. También debilita los ecosistemas y reduce su capacidad para suministrar servicios esenciales. Ejemplos de ello son la polinización de cultivos y la purificación del agua, que se están viendo comprometidas.

El cambio climático está forzando a millones de personas a abandonar sus hogares, convirtiéndolos en refugiados climáticos. La escasez de agua y alimentos, la pérdida de tierras habitables debido a la subida del nivel del mar y los desastres naturales están impulsando estas migraciones masivas. Estos desplazamientos provocan tensiones y conflictos en las zonas receptoras, ya que compiten por recursos limitados. En regiones como el África subsahariana y el sudeste asiático, están reavivando conflictos históricos y creando nuevos focos de inestabilidad.

El impacto en la salud humana se está viendo reflejado en enfermedades respiratorias (por la contaminación del aire), olas de calor extremas (golpes de calor, deshidrataciones y afecciones cardiacas), aumento de las enfermedades transmitidas por vectores (los mosquitos transmisores están ampliando su hábitat y expandiendo enfermedades como el dengue, la malaria o el zika), enfermedades infecciosas (se facilitan las condiciones de propagación), enfermedades transmitidas por el agua (las sequías e inundaciones están afectando al acceso y saneamiento del agua potable) o enfermedades de salud mental (derivadas del estrés y la ansiedad que generan las migraciones forzadas y los desastres naturales).

Y es que, como dijo el Profesor Brand en Interstellar:

«Debemos llegar mucho más allá de nuestra propia esperanza de vida. Debemos pensar, no como individuos, sino como especie.»

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Vamos a empezar a pensar como especie.