El Protocolo de Kioto es un tratado internacional destinado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.Se firmó el 11 de diciembre de 1997 en la Tercera Conferencia Anual sobre el Cambio Climático (COP3) celebrada en Kioto (Japón).
El tiempo de la conciencia: Kioto
Hagamos un rápido repaso a la historia de la cuestión climática. En 1827, C. Fourrier descubrió el mecanismo del efecto invernadero. Luego, en el siglo XIX, se inventaron y pusieron en marcha instrumentos de medición, como las mediciones meteorológicas fiables que datan de la década de 1860. Esto significa que en realidad sólo tenemos un siglo y medio de datos fiables sobre el clima. Sin embargo, las cuestiones medioambientales son cada vez más importantes en las relaciones internacionales. En 1968 se creó en Viena la Organización Meteorológica Internacional, que en 1950 se convirtió en la OMM, adscrita a la ONU.
En 1967, el MIT publicó un informe sobre el clima en el que se observaba una tendencia al calentamiento global en los últimos 150 años aproximadamente y se explicaba que era antropogénico. Fue la primera vez en la historia que se atribuyó el cambio climático a la actividad humana, toda una novedad en aquella época. Además, el informe se adentra en predicciones ya alarmantes para la época al pronosticar un aumento de la temperatura de 2,5ºC al año para 2050. Añaden que esto tendría consecuencias catastróficas, en particular la acentuación del fenómeno del deshielo, que provocaría una subida del nivel del agua de unos 1,6 m. Sin embargo, más de una cuarta parte de la población vive a menos de 15 km del mar. Este informe constituye la primera toma de conciencia de los desafíos climáticos, una toma de conciencia que sólo era científica por el momento.
En los años sesenta y setenta se produjo una creciente concienciación de los ciudadanos y la sociedad con el nacimiento de importantes ONG medioambientales como Greenpeace en 1971. Este movimiento ciudadano influyó en una mayor concienciación en las relaciones internacionales, simbolizada por la Conferencia de Estocolmo de 1972. Esta conferencia reunió a unos sesenta países y dio lugar a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Tras esta conferencia, los estados empezaron a crear un ministerio o una secretaría para asuntos medioambientales.
En 1979, el PNUMA organizó la primera Conferencia Mundial sobre el Clima en Ginebra. Posteriormente, en 1988, se creó el IPCC, financiado por el PNUMA. Esto marcó una importante toma de conciencia en todo el mundo: la conciencia ya no era únicamente científica, sino que se había convertido en colectiva y política. En 1990, el IPCC publicó su primer informe, pero los datos seguían siendo bastante vagos. La primera COP tuvo lugar en 1995 en Berlín. Establece objetivos cuantificados para cada país o región en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y las correspondientes reducciones que deben alcanzarse. A este compromiso cuantificado le siguen una serie de medidas y compromisos políticos. La segunda COP tuvo lugar en Ginebra en 1996. Tuvo lugar justo después de la publicación del segundo informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), que refuerza las acusaciones sobre el papel de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero. Se afirma y reconoce que:
«El cambio climático es un peligro para la humanidad».
Fue su segundo informe el que marcó un punto de inflexión. En 1995, el IPCC publicó su segundo informe, que preveía un aumento de la temperatura de 1 a 5ºC. A raíz de estas informaciones alarmistas y preocupantes, los países de la COP3 decidieron tomar decisiones más vinculantes imponiendo por primera vez sanciones a los países que no respetaran sus compromisos climáticos: fue el Protocolo de Kioto.
Definición y marco del Protocolo de Kioto
En 1997, la Conferencia de las Partes celebró su tercer año en Kioto. Por primera vez en la historia de la humanidad, se elaboró un protocolo restrictivo para controlar las emisiones de CO2 de más de 100 países. El Protocolo de Kioto es una ampliación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) adoptada en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (Brasil). Su objetivo principal e inicial era lograr durante el periodo de compromiso 2008-2012 una reducción de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero de al menos un 5% en los países comprometidos con la Convención, en comparación con los niveles de 1990.
Los objetivos están cuantificados: reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero en un 5,2% para 2020, tomando como referencia el año 1990. Para la Unión Europea, este objetivo se traduce en una reducción total de sus emisiones del 8%. También se están estudiando mecanismos de flexibilidad para ayudar a los países firmantes a desarrollar el máximo número de formas de reducir sus propias emisiones. Llevarán a la creación de Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) y de Aplicación Conjunta (AC).
Para que el Protocolo de Kioto entrara realmente en vigor, al menos 55 países debían ratificar el tratado. Esto se consiguió en 2002, cuando Islandia se comprometió a reducir sus emisiones. En otras palabras, ¡hemos tenido que esperar 5 años para aplicar este protocolo! Se ratificó oficialmente en 2005 en la COP11 de Montreal. Los ocho años transcurridos entre 1997 y 2005 fueron una época de intensas negociaciones y aclaraciones sobre la aplicación del Protocolo: establecimiento de la metodología de contabilidad, los mercados de emisiones, los mecanismos de fondos limpios, el sistema de observación y gobernanza, etc.
En la actualidad, 196 Partes han depositado sus instrumentos de ratificación, adhesión, aprobación o aceptación, con la notable excepción de Estados Unidos. De hecho, se firmó durante el mandato del Presidente Clinton, pero nunca fue ratificado por el Senado estadounidense.
«El Protocolo de Kioto pretende reducir las emisiones antropogénicas de seis gases de efecto invernadero. »
En realidad, sólo hay 37 países industrializados realmente comprometidos con los objetivos del Protocolo de Kioto. Además, las sanciones por incumplimiento nunca se han definido claramente. De hecho, el acuerdo no es legalmente vinculante hasta la fecha. Sin embargo, los objetivos de los países comprometidos se han superado ampliamente, con una reducción del 22,6% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cuestiones medioambientales
Muchos científicos coinciden en que la temperatura media podría aumentar entre 1,4 y 5,8ºC en 2100 respecto a 1990 (a efectos de la COP21, se toma como periodo de referencia la era preindustrial). Las consecuencias de este aumento podrían ser considerables: desertificación, inundaciones, propagación de enfermedades, desaparición de especies animales, etc. Por ello, muchos consideran que el calentamiento global es el reto medioambiental del siglo XXI.
El Protocolo de Kioto ilustra la importancia que los países del mundo conceden al medio ambiente y a la relación entre la humanidad y el equilibrio natural del planeta.
Cuestiones económicas
La puesta en marcha del mercado de permisos de emisión de CO2 plantea muchas cuestiones económicas sobre las implicaciones financieras para los países que firmaron el Protocolo de Kioto. ¿Cómo van a integrar las empresas la limitación de CO2 en sus cuentas financieras y en sus previsiones de desarrollo?
¿Qué compensación financiera se asociará al compromiso de los países en desarrollo de participar en el esfuerzo colectivo de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero?
Además, el Protocolo de Kioto rediseña la división Norte-Sur. Exime a los países en desarrollo y emergentes de responsabilidades climáticas cruciales, sin compensación financiera. Los países en desarrollo tienen una población y un consumo de energía en rápido crecimiento. A los países industrializados, considerados históricamente responsables de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, se les anima a financiar «proyectos limpios» en los países en desarrollo si no cumplen sus objetivos nacionales.
El Protocolo post-Kioto: entre la decepción y la esperanza
La gran decepción del Protocolo de Kioto es que los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo no han ratificado el tratado: Estados Unidos y China. Asimismo, Canadá se retirará del Protocolo de Kioto en 2011. Uno de los objetivos de las COP posteriores a la COP11 de Montreal era reflexionar sobre el periodo posterior a Kioto. De hecho, los acuerdos vinculantes debían finalizar en 2010. Fue en Doha, en la COP18, donde se decidió un segundo periodo de compromiso para el Protocolo de Kioto hasta 2020.
Es importante entender que el gran temor de los negociadores es no conseguir un nuevo acuerdo vinculante que afecte a todos los países, especialmente a los más emisores. La COP15 de Copenhague, por ejemplo, fue una gran decepción porque las expectativas eran muy altas. Al final, Estados Unidos y China se negaron a que sus objetivos de reducción fueran vinculantes, lo que socavó la lucha conjunta contra el cambio climático. Sin embargo, la COP15 de Copenhague afirmó que las naciones del mundo querían mantener el calentamiento global por debajo de +2°C.
Las expectativas para la COP21, que tuvo lugar en París en 2015, eran altas. De hecho, la conferencia dio lugar a un acuerdo histórico para sustituir la prórroga del Protocolo de Kioto a partir de 2020. La COP21 fue para muchos un «momento histórico» gracias a la firma del Acuerdo de París. Este acuerdo establece que la comunidad internacional hará todo lo posible para mantener el calentamiento global muy por debajo de +2°C, o incluso limitarlo a +1,5°C.
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Sabías que…
¿Sabía que las Conferencias de las Partes (COP) son reuniones anuales en las que los países se reúnen para negociar una acción mundial sobre el clima? La primera COP se celebró en Berlín en 1995, y desde entonces estas conferencias han desempeñado un papel crucial en la configuración de las políticas climáticas internacionales. Entre las más notables, la COP21, celebrada en París en 2015, dio lugar al Acuerdo de París, en el que 196 partes se comprometieron a limitar el calentamiento global muy por debajo de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, con esfuerzos para limitarlo a 1,5 grados.
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